jueves, 19 de enero de 2012

Una vida dedicada al Señor


Yolanda Porro fue una mujer virtuosa como lo dice la Biblia. Una mujer amorosa y servicial con todo el mundo. Fue el ejemplo de una mujer cristiana abnegada y paciente.
Mujer amorosa y hacendosa, Yolanda Porro Rodríguez se ganó un lugar preponderante dentro del cristianismo. Entregó su vida a la Obra, con vocación y precisión cuando le tocó la hora de predicar el Evangelio. En suma, fue una cristiana virtuosa y ejemplar.

Tenía esa fortaleza que solo otorga el amor por lo eterno, esa confianza que se cultiva en la oración paciente. Yolanda Porro Rodríguez vivió al servicio de Dios con total conciencia. Una mujer, nacida en Camagüey, Cuba, el 25 de julio de 1932, que se transformó en una heroína de la fe de Jesucristo a lo largo de más de cuatro décadas.
Trabajó con abnegación en territorio cubano y peruano y dejó un legado valioso de fe. Lo hizo con sumisión, como lo dicta el Todopoderoso, y en silencio. Un silencio que hoy se rompe para que el estruendo y esplendor de una vida ejemplar trascienda y se multiplique en todo el mundo.
Hija de Cornelio Porro e Inés Rodríguez, desde muy joven Yolanda desarrolló una intensa vida ligada al cristianismo. Su fe en Cristo le hizo ser una fiel creyente que se destacó por su inclinación a la oración, la comunicación con el Creador, y suhumildad para acatar las verdades contenidas en las Sagradas Escrituras.
Se unió al pueblo de Dios a inicios de los años cincuenta, en pleno gobierno de Ramón Grau San Martín, luego de una poderosa campaña del predicador norteamericano Tomás L. Osborn en la que uno de sus tíos, quien sufría de epilepsia, fue curado milagrosamente. Después de aquello, y con la compañía de su tía Margarita Porro, fue una de las fieles más comprometidas de la Iglesia “Aleluya”.
Fue justamente la tía Margarita, otra mujer evangélica de gran compromiso conDios, la que contribuyó de muchas formas a marcar el rumbo de su vida. Ella la acogió en su casa de Camagüey, la capital de la provincia más oriental del centro de Cuba, cuando dejó la hacienda donde vivió con sus padres en sus primeros años de vida y viajó a la ciudad para continuar sus estudios. Fue también la persona que tendió el puente para conocer a Rodolfo González Cruz, hoy líder del Movimiento MisioneroMundial en el Perú. Ella, además, cooperó y apoyó para que Yolanda uniera su vida a Rodolfo en matrimonio.
En esta parte de la historia de Yolanda Porro cobra especial importancia la figura del pastor Rodolfo González Cruz. Cinco años menor que ella, pero en el mismo nivel de compromiso con Dios, Rodolfo engrandeció y amplió la biografía de esa joven de rasgos físicos muy finos y selectos. 
Todo empezó a mediados de 1955 cuando Rodolfo, que trabajaba en la bodega de su padre, un buen día llevó un pedido a la casa de la familia Porro y se encontró con Yolanda. Ese fue un momento cumbre en sus vidas. Según confesión de parte, ambos sintieron “una especie de descarga eléctrica” y se “miraron a los ojos por casi una eternidad” y quedaron prendados uno del otro. Un tiempo después, el 8 de febrero de 1956, se casaron en la iglesia “Aleluya”, el mismo templo al que solían asistir.
Ya unida en matrimonio a Rodolfo González, con quien procreó siete hijos, Yolanda pronto se constituyó en la fuerzainvisible que impulsó un ministerio pastoral fructífero. Con su apoyo y respaldo, el actual Tesorero del Movimiento Misionero Mundial (MMM) que por ese entoncescumplía una acertada y fecunda labor evangelizadora en la isla más grande de las Antillas Mayores, consolidó su plenaconsagración al Señor. De igual forma, ella lo animó a unir esfuerzos con el reverendo Luis M. Ortiz, fundador del MMM, para tender las bases de lo que hoy es una Obra enorme.
Mujer amorosa y hacendosa, Yolanda Porro además supo enfrentarse, con fe y oración como mejores armas, a los excesos de la revolución cubana que había provocado la caída de la dictadura de Fulgencio Batista y desconfiaba de la transparencia del cristianismo. El gobierno revolucionario tomó preso al pastor Rodolfo, en 1967 por un “delito” que nunca cometió y durante tres largos años, ella tomó el puesto de su esposo al frente de uno de los templos más renombrados de la Iglesia Pentecostal de Cuba. Con dedicación y firmeza, demostró allí ser una creyente sumamente espiritual, trabajadora y estudiosa de la Escritura. Asumió con mucha responsabilidad la tarea que el Altísimo le encomendó.
Once años más tarde, el 25 de marzo de 1981, la Misionera Yolanda, reconocida como tal en 1964, llegó al Perú junto a partede su familia, guiada por una revelación divina que los convocaba a emprender la propagación de los enunciados del cristianismo.
Desde el primer instante en que pisó suelo peruano, en el que aun se respiraba las secuelas del conflicto armado del “Falso Paquisha” con Ecuador, la hermana Porro se convirtió en el fiel de una balanza de esperanza en quien Dios reposó el clamor del pueblo evangélico peruano que buscaba conocer la sana doctrina de Jesucristo. Una corriente que gracias a ella, y a la labor del Rev. Rodolfo González, se instaló en la nación latinoamericana con mayor pasión que las creencias tradicionales y germinócasi de inmediato.
Sin afanes protagónicos ni apego alguno a la notoriedad, Yolanda Porro se ganó un lugar preponderante dentro de la estructura del MMM en el Perú por su silencioso trabajo. Su entrega a la Obra, sus esfuerzos denodados como el complemento ideal del reverendo González, su vocación por el clamor al Todopoderoso y su precisión a la hora de predicar el Evangeliole valieron ser reconocida como la imagen viva de una cristiana virtuosa capaz de ser el prototipo de creyente ideal de la fe en Dios.
También cosechó elogios por su interés en la educación de la comunidad evangélicaperuana y fue el factor decisivo para lafundación en 1992 del primer colegio INTERNACIONAL ELIM, que actualmente se ha extendido en diversas ciudades peruanas.
Desafortunadamente, Yolanda Porro Rodríguez tuvo un paso relativamente corto por este mundo. El 10 de julio de 1995 emprendió un viaje sin retorno al encuentro con el Señor con 62 años a cuestas. Sin embargo, en la historia de la corriente evangélica de habla hispana, a partir de allí, resalta como una figura destacada de la difusión del credo de Dios. Una personalidad que enalteció el poder y la gloria del Todopoderoso. Una mujer, cubana de nacimiento pero peruana por elección, que siempre estará en el recuerdo del Rev. Rodolfo González y en el consciente colectivo de los seguidores del Salvador.

UNA MUJER VIRTUOSA

“Yolanda Porro fue una mujer virtuosa como lo dice la Biblia. Una mujer amorosa y servicial con todo el mundo. A todo aquel que necesitaba ayuda le daba una atención cariñosa. Fue el ejemplo de una mujer cristiana abnegada y paciente. Siempre se mantenía alabando a Dios, orando en todo momento y siempre sirviendo en la Iglesia. Yo estoy contento de haber tenido una esposa así. Mi matrimonio con ella fue de mucha bendición y de enorme felicidad.
Mi esposa fue una gran colaboradora. Me respaldaba siempre. Realmente fue una joya preciosa, una mujer de oración que amaba la Obra, que lloraba por las almas, que siempre me inspiraba y siempre tenía una palabra buena para mí. Me respetaba mucho y confiaba en mí porque veía mi integridad en el servicio del Señor. Su apoyo sirvió para que el MMM se consolidara en el Perú. Si estuviera viva cuánto se gozaría al ver el engrandecimiento del Movimiento Misionero Mundial.
Cuando ella falleció me fue muy difícil enfrentar su partida. Confieso que quise morirme y quise que Dios me llevara a su presencia. Sufrí muchos meses. Lloraba mucho de día y de noche porque siempre ella estuvo junto a mí, todo el tiempo, y además porque la amaba mucho y era mi complemento en todo. Con el paso de los años he entendido que fue la voluntad del Señor que Yolanda Porro partiera a su encuentro aquel 10 de julio de 1995”. Rev. Rodolfo González Cruz.


Fuente:Revista Impacto Evangelistico.

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