sábado, 7 de abril de 2012

¿Eres manantial o fuente seca?


Me imagino que eres un manantial a cuyas aguas
refrescantes se acercan tus amigos y amigas,
tus familiares y todo el mundo para sentir
el frescor de una persona nueva, alegre,
radiante de gozo y de hermosura,
si no física totalmente, sí al menos
en tu mundo interior, que es, al fin y al cabo,
el que vale para siempre.

Pienso en ti como una persona
que derrama amor por los cuatro costados;
un amor contagiante y suave
como una caricia de niño en tu cara.
Pienso también que de tu vida salta
un manantial tan bonito y tan bello
que crea su derredor riachuelos
que fecundan la vida de los otros
con placidez, con júbilo humano y hasta eterno.

Pienso en tu manantial que alimenta
los mares con tus aguas limpias y dulces.

El mar te lo agradece.
Pienso en ti como una persona
cuya armonía es tan fina como los cantos
en las montañas verdes y blancas
del Tirol, en Austria.

Pienso que vales tanto,
que todas tus cualidades las desarrollas
al máximo, y te conviertes en un ser creativo
ante quien todos se sienten a gusto.

Pienso en ti como una persona
que cultiva tanto los valores físicos,
mentales, cordiales, como los espirituales.

No seas nunca un ser rengo, es decir,
muy desarrollado en algunos aspectos
y descuidado en tantos otros que,
todos juntos, forman o constituyen
la sinfonía exacta y afinada de tu persona entera.
Sé manantial y nunca fuente seca.

¡Vive hoy feliz!


"Pero un manantial brotaba de la tierra, y regaba toda la superficie del
suelo"
Génesis 2, 6

"Abriré sobre los calveros arroyos y en medio de las barrancas manantiales.
Convertiré el desierto en lagunas y la tierra árida en hontanar de aguas"
Isaías 41, 18

"Manantial de vida la boca del justo"
Proverbios 10,11

Como un manantial, llenos de Agua Viva.

15 Los judíos, asombrados, decían: «¿Cómo entiende de letras sin haber
estudiado?»
16 Jesús les respondió: Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado.
25 Decían algunos de los de Jerusalén: «¿No es a ése a quien quieren matar?
28 Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a
mí y sabéis de dónde soy.
Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que verdaderamente me envía
el que me envía; pero vosotros no le conocéis.
29 Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado.»
30 Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no
había llegado su hora.
33 Entonces dijo JESUS: «Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros,
y me voy al que me ha enviado.
34 Me buscaréis y no me encontraréis; y adonde yo esté, vosotros no
podéis venir.»
37 El último día de la fiesta, el más solemne, JESUS puesto en pie,
gritó: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba
38 el que crea en mí», como dice la Escritura: De su seno correrán ríos
de agua viva.
39 Esto lo deciá refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que
creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no
había sido glorificado.
46 Respondieron los guardias: «Jamás un hombre ha hablado como habla ese
hombre.»
Juan 7, 15-46

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